Con su bota pisando fuerte el acelerador y manos enguantadas maniobrando el volante, Mimi Hillenbrand gira su vehículo todoterreno que rebota con fuerza hacia un lado, neumáticos que arrojan terrones de barro a través de la pradera de Dakota del Sur. El viento azota su cabello mientras rebota dos veces en un terreno accidentado, patinando hasta detenerse. Sus gafas de sol reflejan una vaca bisonte errante, el objetivo de su persecución, mientras trota delante de su parachoques. La bestia baja su