Constantemente le aseguro a Lovely Linda (mi encantadora esposa) que cuando miro con admiración a una jovencita finamente vestida no es lujuria, exactamente, sino más bien un aprecio por las maravillas y la grandeza de la naturaleza. Linda entonces pone los ojos en blanco y murmura algo sobre perros que persiguen autos, pero probablemente sin saber qué hacer si alguna vez atrapan uno. Pero lo que es importante es que la diversión me saca del apuro y proporciona algo de cobertura para mi hone