La mayoría de los rancheros del siglo XXI transportan su ganado en camiones o trenes, pero en la región de Molise, en el sur de Italia, la quesera Carmelina Colantuono está preservando firmemente una tradición que se remonta a por lo menos 2500 años. A medida que se acerca el verano, Colantuono y un par de docenas de amigos, familiares y jornaleros conducen sus 300 vacas Podolica a pastos de montaña más frescos de la manera más difícil, viajando más de 100 millas a lo largo de antiguos caminos de pastoreo en unos cinco días, un viaje llamado transumanza . Estos senderos, o tratturi, están prácticamente grabados en el ADN de Colantuono. La ganadera de cuarta generación no conoció a su padre hasta dos meses después de que ella naciera, en abril de 1969, porque estaba en Puglia cuidando los rebaños. Colantuono, apodada “la última vaquera”, no pudo participar en las peregrinaciones anuales hasta los 20 años. “A las mujeres no se les permitía montar”, explica. “Era considerado trabajo de hombres”. Irónicamente, rara vez se pone a montar porque está demasiado ocupada con la logística. Tres meses antes del viaje, Colantuono comienza a hacer llamadas para obtener permisos y hacer arreglos para detener o desviar el tráfico en los 20 pueblos por los que pasan las vacas. “Lo hacemos”, dice, “por respeto a nuestra historia, respeto por los sacrificios de nuestra familia y para llevar una mayor conciencia de nuestra cultura a las nuevas generaciones”.
Los antiguos senderos de pastoreo, llamados tratturi, pueden tener 400 pies de ancho en algunos lugares y tan angostos como una sola vaca en otros.
La logística del viaje se vuelve aún más complicada cuando el ganado golpea el pavimento
Para evitar el calor del día, el viaje a menudo comienza antes del amanecer. Descansa cuando y donde lo encuentra.
La ganadera y quesera de cuarta generación Carmelina Colantuono es conocida en Italia como “la última vaquera”.
Cuando ocurre lo inesperado, es bueno poder llamar a la asistencia mecánica (este caballo fue sacado de la zanja de manera segura).
La tecnología moderna y la tradición antigua a menudo se cruzan en el camino de San Marco in Lamis a Frosolone.
Aunque la manada conoce el camino, a veces un animal se desvía del camino. Seguridad laboral para los vaqueros.
El viaje puede parecer largo, pero la recompensa, en forma de buenos pastos, vale la pena cada paso.