La fiebre aftosa es una enfermedad viral grave y altamente contagiosa del ganado. Tiene un impacto económico significativo en el ganado, lo que perturba el comercio regional e internacional de animales y productos de origen animal. La enfermedad afecta al ganado vacuno, porcino, ovino, caprino y otros rumiantes de pezuña hendida.
Los animales criados de forma intensiva son más susceptibles a la enfermedad que las razas tradicionales. La enfermedad rara vez es fatal en animales adultos, pero a menudo hay una alta mortalidad en animales jóvenes debido a miocarditis o cuando la madre está infectada por la enfermedad.
La fiebre aftosa se caracteriza por fiebre y llagas parecidas a ampollas en la lengua y los labios, en la boca, en los pezones y entre las pezuñas. La enfermedad causa graves pérdidas de producción y, aunque la mayoría de los animales afectados se recuperan, la enfermedad suele dejarlos debilitados y debilitados.
El organismo que causa la fiebre aftosa es un aftovirus de la familia Picornaviridae. Hay siete cepas (A, O, C, SAT1, SAT2, SAT3 y Asia1) que son endémicas en diferentes países del mundo. Cada cepa requiere una vacuna específica para proporcionar inmunidad a un animal vacunado. (Kahn et al. 2005)
TRANSMISIÓN Y DIFUSIÓN :
La fiebre aftosa se encuentra en todas las excreciones y secreciones de animales infectados. En particular, estos animales exhalan una gran cantidad de virus en aerosol, que puede infectar a otros animales por vía respiratoria u oral.
El virus puede estar presente en la leche y el semen hasta 4 días antes de que el animal muestre signos clínicos de enfermedad.
La importancia de la fiebre aftosa está relacionada con la facilidad con la que el virus puede propagarse a través de cualquiera o todos los siguientes
- Animales infectados recién introducidos en una manada (portadores del virus en su saliva, leche, semen, etc.);
- Corrales/edificios contaminados o vehículos de transporte de animales contaminados;
- Materiales contaminados como heno, alimento, agua, leche o productos biológicos;
- Ropa, calzado o equipo contaminados;
- Carne infectada con virus u otros productos animales contaminados (si se les da a los animales crudos o mal cocidos);
- Aerosoles infectados (propagación de virus desde una propiedad infectada a través de corrientes de aire).
- Los animales que se han recuperado de la infección a veces pueden portar el virus e iniciar nuevos brotes de la enfermedad.
Signos clínicos
La gravedad de los signos clínicos dependerá de la cepa del virus, la dosis de exposición, la edad y especie del animal y la inmunidad del huésped. La morbilidad puede llegar al 100% en poblaciones susceptibles.
La mortalidad es generalmente baja en animales adultos (1–5 %), pero más alta en terneros jóvenes, corderos y lechones (20 % o más). El período de incubación es de 2 a 14 días.
Los signos clínicos pueden variar de leves o inaparentes a graves:son más graves en bovinos y porcinos criados de forma intensiva que en ovinos y caprinos.
El signo clínico típico es la aparición de ampollas (o vesículas) en la nariz, la lengua o los labios, dentro de la cavidad bucal, entre los dedos, encima de las pezuñas, en los pezones y en los puntos de presión de la piel.
Las ampollas rotas pueden provocar cojera extrema y renuencia a moverse o comer. Por lo general, las ampollas se curan en 7 días (a veces más), pero también pueden ocurrir complicaciones, como una infección bacteriana secundaria de las ampollas abiertas.
TRATAMIENTO, PREVENCIÓN Y CONTROL
No existe un tratamiento específico para la fiebre aftosa. El método convencional de tratamiento de animales infectados implica principalmente el uso de antibióticos, flunixina meglumina y desinfectantes suaves.
La fiebre aftosa se ha manejado tradicionalmente mediante el uso de una solución natural de carbonato de sodio para el lavado de las lesiones y otras comunidades han aplicado miel e incluso harina de mijo africano a las lesiones.
Las medidas que se recomiendan a nivel de granja incluyen:
- control sobre el acceso de las personas al ganado y al equipo;
- introducción controlada de nuevos animales en rebaños existentes;
- limpieza y desinfección periódicas de corrales, edificios, vehículos y equipos para el ganado;
- supervisión y notificación de enfermedades;
- Eliminación adecuada de estiércol y cadáveres