Chad Schooley vigila el pasado, pero sus toscas manos de granjero trabajan en el presente. Sus botas pisan el suelo arado por su padre, abuelo, y bisabuelo. Con la mente puesta en el futuro camina por los acres de su compañía de ganado Cabin Still en las colinas del condado de Hamlin, Dakota del Sur, y busca el equilibrio. Sentado en la puerta del final de su camioneta, el joven hijo Beau a su lado, Schooley dice:No creo firmemente que tengamos que convertir todo en pastos, pero necesitamos un